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23 septiembre 2005

Una pequeña obra de teatro de Don DeLillo

El misterio a mitad de una vida ordinaria

PERSONAJES
MUJER
HOMBRE

Un HOMBRE y una MUJER en una habitación.

MUJER: Estaba pensando en lo extraño que es esto.
HOMBRE: ¿El qué?
MUJER: Que la gente sea capaz de vivir junta. Días y noches y años. Pasan cinco años. ¿Cómo lo hacen? Diez, once, doce años. Dos personas haciendo una sola vida. Compartiendo diez mil comidas. Hablándose el uno al otro, cara a cara, a cara descubierta. Todas esas palabras que llenan la casa. ¿Qué se dice la gente a lo largo de una vida? Están atrapados en la sintaxis del otro. La misma voz. Esa aburrida repetición tonal. Te voy a decir algo.
HOMBRE: Me vas decir algo.
MUJER: Aquí mismo tenemos el misterio. Las personas que habitan tras los muros de la casa marrón de al lado. ¿Qué se dicen y cómo sobreviven? Todo ese dialogo ocioso. La nasalidad. La banalidad. Estaba pensando en lo extraño que resulta. ¿Cómo lo hacen, noche tras noche, todas esas noches, esas palabras? ¿Cómo lo hacen los pocos que lo hacen y sobreviven?
HOMBRE: Hacen el amor. Preparan ensaladas.
MUJER: Pero tarde o temprano tienen que hablar. Eso es lo que destruye el mundo. Quiero decir, ¿no es desgastante sentarse y escuchar a la misma persona todo el tiempo, sin razón, sin coincidencias? Palabras que se alejan. Las pausas. Las frases. ¿Cuántos miles de veces se puede mirar el mismo rostro cansado y ver como comienza abrirse la boca? Hasta entonces todo había ido bien. Todo acontece cuando abren sus bocas. Cuando hablan.
[Pausa]
HOMBRE: Aún no me he curado de este catarro.
MUJER: Tomate eso que tomas.
HOMBRE: Las pastillas.
MUJER: Las tabletas.
[Pausa]
HOMBRE: Ha sido un día largo.
MUJER: Un día largo.
HOMBRE: Una buena noche de sueño.
MUJER: Un día largo y lento.
[Se desvanece lentamente la luz]
Telón

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